Richard Nixon y Elvis Presley se reunieron sorpresivamente el 21 de diciembre de 1970, el encuentro, que tuvo lugar en la Casa Blanca, es una de las anécdotas más raras protagonizada por el Rey del rock and roll con uno de los presidentes más conservadores de la historia.
La desclasificación de los documentos secretos en 1986 permitió conocer los detalles oficiales de este encuentro de características surrealistas.
En aquella época Estados Unidos libraba una guerra dentro y fuera de su territorio. Los conflictos racistas habían creado una profunda división en la sociedad norteamericana. En plena Guerra Fría, Washington intentaba guiar al mundo hacia la libertad contra el fantasma del comunismo, y en la guerra de Vietnam todo era un desastre.
Por su parte el rock se manisfestaba a través de diferentes expresiones artísticas, a veces rebeldes y transgresoras, utópicas e ingenuas en otros casos, pero siempre comprometido contra la guerra y a favor de la paz.
En una reunión breve y fuera de agenda, Elvis y Nixon demostraron tener varios puntos en común: a los dos los preocupaba la sociedad violenta, la juventud y el uso de drogas, la amenaza del comunismo y los conflictos raciales generados por las demandas de igualdad de derechos de los negros. Los dos eran personas sumamente egocéntricas que estaban pasando por una mala época en lo personal y en lo profesional. Por el lado de Elvis, había dejado de ser el número uno, desplazado por Los Beatles durante la década del sesenta. Por el lado de Nixon, estaba a punto de ser el primer presidente de Estados Unidos en perder una guerra, la de Vietnam.
La idea de Elvis era convertirse en agente federal para combatir el consumo de drogas en el mundo del espectáculo y la música. Para cumplir con su objetivo se había encaprichado con tener una insignia, y por ese motivo debía hablar con el presidente Nixon. Esta decisión de ofrecerse al servicio de un gobierno ultra conservador, justamente opuesta al espíritu del rock, rebelde y transgresor, no hace más que alimentar las contradicciones de alguien que había perdido el rumbo, y que paradójicamente, siete años más tarde aparecía muerto en su mansión de Menphis por una sobredosis de drogas…
El Presidente y el Rey.
El 21 de diciembre por la mañana, a las 9.30, Elvis, con una carta escrita por él, se presentó en la Casa Blanca y pidió una audiencia con el presidente Nixon. Los agentes del Servicio Secreto alertaron al consejero presidencial Egil Krogh. "Ha llegado el Rey", le comunicaron por teléfono. El asesor de Nixon miró la agenda del día y dijo: "Pero si hoy no esperamos a ningún monarca." "No, no. El Rey del Rock. Está aquí en la puerta", le aclararon los agentes del servicio secreto de la Casa Blanca...
Elvis entregó la carta para Nixon. Krogh le dijo que aquella visita los tomaba por sorpresa y que tuviera a bien regresar al hote, y que le llamarían a lo largo del día. Entonces Elvis se marchó.
La carta de Elvis estaba redactada con la mejor intención aunque de manera simple casi infantil, las cinco páginas estaban escritas a mano con renglones torcidos y tachaduras en papel con membrete de American Airlines. Entre palabras de admiración por Nixon y su preocupación por la sociedad decía "puedo ayudar a este país al que amo", y que para eso necesita una credencial de agente federal para tener autoridad. Le da el teléfono de su hotel y le dice que, si finalmente se reúnen, tiene un regalo para él. A las 12:30 Richard Nixon recibió a Elvis, quien le mostró al presidente su total apoyo y le dijo repetidas veces que estaba de su lado y que quería serle de utilidad. Quería restaurar el respeto por la bandera americana que había perdido la juventud. Luego siguió hablando sobre sus estudios en lavado de cerebro que hacían los comunistas, sobre el peligro de las drogas, y reiteró su incondicional apoyo al presidente: "Yo estoy de su lado", repetía, y le dio un sorpresivo abrazo. Luego Elvis defenestró a los Beatles (sus máximos admiradores) diciendo que “han sido una verdadera fuerza contra el espíritu americano, vinieron a este país, hicieron dinero, y luego regresaron a Inglaterra donde promovieron un pensamiento antinorteamericano". Luego entregó al presidente Nixon un regalo que simbolizaba a la perfección su espíritu pacificador y sus deseos de trabajar en aras de la reconciliación social: una pistola Colt 45 con siete balas de plata en el cargador…
El presidente Nixon le agradeció su visita diez días después a través de una carta breve, que no estaba firmada y que llevaba estampado simplemente un sello: "Richard Nixon".
Por pedido de Elvis, la reunión en la Casa Blanca se mantuvo en secreto por más de un año, hasta que el diario “The Washington Post” la publicó el 27 de enero de 1972.
No se sabe con certeza si Elvis se convirtió o no en agente, aunque algunos investigadores estiman que Elvis llegó a ser un informante del FBI.
Lamentablemente a Elvis se le había escapado la tortuga...
Fernando Gonzalez
La desclasificación de los documentos secretos en 1986 permitió conocer los detalles oficiales de este encuentro de características surrealistas.
En aquella época Estados Unidos libraba una guerra dentro y fuera de su territorio. Los conflictos racistas habían creado una profunda división en la sociedad norteamericana. En plena Guerra Fría, Washington intentaba guiar al mundo hacia la libertad contra el fantasma del comunismo, y en la guerra de Vietnam todo era un desastre.
Por su parte el rock se manisfestaba a través de diferentes expresiones artísticas, a veces rebeldes y transgresoras, utópicas e ingenuas en otros casos, pero siempre comprometido contra la guerra y a favor de la paz.
En una reunión breve y fuera de agenda, Elvis y Nixon demostraron tener varios puntos en común: a los dos los preocupaba la sociedad violenta, la juventud y el uso de drogas, la amenaza del comunismo y los conflictos raciales generados por las demandas de igualdad de derechos de los negros. Los dos eran personas sumamente egocéntricas que estaban pasando por una mala época en lo personal y en lo profesional. Por el lado de Elvis, había dejado de ser el número uno, desplazado por Los Beatles durante la década del sesenta. Por el lado de Nixon, estaba a punto de ser el primer presidente de Estados Unidos en perder una guerra, la de Vietnam.
La idea de Elvis era convertirse en agente federal para combatir el consumo de drogas en el mundo del espectáculo y la música. Para cumplir con su objetivo se había encaprichado con tener una insignia, y por ese motivo debía hablar con el presidente Nixon. Esta decisión de ofrecerse al servicio de un gobierno ultra conservador, justamente opuesta al espíritu del rock, rebelde y transgresor, no hace más que alimentar las contradicciones de alguien que había perdido el rumbo, y que paradójicamente, siete años más tarde aparecía muerto en su mansión de Menphis por una sobredosis de drogas…
El Presidente y el Rey.
El 21 de diciembre por la mañana, a las 9.30, Elvis, con una carta escrita por él, se presentó en la Casa Blanca y pidió una audiencia con el presidente Nixon. Los agentes del Servicio Secreto alertaron al consejero presidencial Egil Krogh. "Ha llegado el Rey", le comunicaron por teléfono. El asesor de Nixon miró la agenda del día y dijo: "Pero si hoy no esperamos a ningún monarca." "No, no. El Rey del Rock. Está aquí en la puerta", le aclararon los agentes del servicio secreto de la Casa Blanca...
Elvis entregó la carta para Nixon. Krogh le dijo que aquella visita los tomaba por sorpresa y que tuviera a bien regresar al hote, y que le llamarían a lo largo del día. Entonces Elvis se marchó.
La carta de Elvis estaba redactada con la mejor intención aunque de manera simple casi infantil, las cinco páginas estaban escritas a mano con renglones torcidos y tachaduras en papel con membrete de American Airlines. Entre palabras de admiración por Nixon y su preocupación por la sociedad decía "puedo ayudar a este país al que amo", y que para eso necesita una credencial de agente federal para tener autoridad. Le da el teléfono de su hotel y le dice que, si finalmente se reúnen, tiene un regalo para él. A las 12:30 Richard Nixon recibió a Elvis, quien le mostró al presidente su total apoyo y le dijo repetidas veces que estaba de su lado y que quería serle de utilidad. Quería restaurar el respeto por la bandera americana que había perdido la juventud. Luego siguió hablando sobre sus estudios en lavado de cerebro que hacían los comunistas, sobre el peligro de las drogas, y reiteró su incondicional apoyo al presidente: "Yo estoy de su lado", repetía, y le dio un sorpresivo abrazo. Luego Elvis defenestró a los Beatles (sus máximos admiradores) diciendo que “han sido una verdadera fuerza contra el espíritu americano, vinieron a este país, hicieron dinero, y luego regresaron a Inglaterra donde promovieron un pensamiento antinorteamericano". Luego entregó al presidente Nixon un regalo que simbolizaba a la perfección su espíritu pacificador y sus deseos de trabajar en aras de la reconciliación social: una pistola Colt 45 con siete balas de plata en el cargador…
El presidente Nixon le agradeció su visita diez días después a través de una carta breve, que no estaba firmada y que llevaba estampado simplemente un sello: "Richard Nixon".
Por pedido de Elvis, la reunión en la Casa Blanca se mantuvo en secreto por más de un año, hasta que el diario “The Washington Post” la publicó el 27 de enero de 1972.
No se sabe con certeza si Elvis se convirtió o no en agente, aunque algunos investigadores estiman que Elvis llegó a ser un informante del FBI.
Lamentablemente a Elvis se le había escapado la tortuga...
Fernando Gonzalez
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